Efectos del estiramiento a largo plazo

By 2 junio, 2016Sin categoría

Estiramiento muscular: efectos

Los estiramientos musculares o mio-tendino-aponeuróticos, como técnicas de ejercicio habitual tanto en la práctica deportiva como en un contexto terapéutico, han sido ampliamente estudiado. Se ha analizado su acción sobre las diferentes estructuras involucradas (articulaciones, músculos, tendones, nervios, tejidos conjuntivos…), y demostrado su utilidad o falta de ella en situaciones como el calentamiento muscular, el rendimiento deportivo o la prevención de lesiones.

Una realidad que quizás olvidamos es que una técnica llamada estiramiento, y si nos basamos al menos en su etimología, pretende… estirar. O sea, elongar estructuras. Y, efectivamente, a largo plazo es lo que consigue, al aumentar progresivamente la amplitud de los movimientos.

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Es lo que perseguimos cuando requerimos realmente que una estructura sea más larga, ganar amplitud articular, extensibilidad y elasticidad de la musculatura, como ocurre por ejemplo en determinadas disciplinas deportivas (gimnasia, ballet, artes marciales…) en las que unos grandes arcos de movilidad resultan necesarios para una óptima ejecución técnica.

Este mantenimiento a largo plazo de la elongación se relaciona con varios efectos, entre los que destacamos.

Efectos del estiramiento a largo plazo

El efecto Goldspink

El efecto Goldspink hace referencia a la miofibrilogénesis, la formación y adición de nuevos sarcómeros en serie, como consecuencia del estiramiento pasivo o stretching. Sin embargo, y aunque el término haga referencia a la generación de más músculo (entre otras causas, debido a una estimulación de la división de células satélites indiferenciadas de la fibra muscular), esta adición de unidades contráctiles o sarcómeros, principal efecto causante de los cambios de la longitud del tejido, tiene un resultado negativo sobre la  fuerza y excitabilidad del músculo.

El efecto Creeping

Según el efecto creeping, los ejercicios de estiramiento intensos y mantenidos producen un efecto plástico sobre el tendón, con cambios en su estructura fibrilar que condicionan un aumento de su longitud y extensibilidad. Como consecuencia, se reduce su “capacidad de almacenamiento de energía”, es decir, existe una menor capacidad de respuesta del tendón para los ejercicios en los que esté implicada la fuerza máxima o la fuerza explosiva.

La tolerancia al estiramiento

El estiramiento, como estímulo repetitivo, produce una adaptación sensorial que determina, por habituación, una variación en la percepción del dolor y una disminución de la activación de los husos neuromusculares. Se ha demostrado que, a largo plazo (3 semanas), el estiramiento provoca un aumento de la amplitud de movilidad articular más como consecuencia de un cambio en la tolerancia al estiramiento que por una modificación de las propiedades pasivas. Al cabo de 6 semanas de estiramiento, se mantiene este aumento en la amplitud articular, aunque no perdura la inicial disminución de la rigidez.

Esto explica que las amplitudes pasivas aumenten a largo plazo, gracias a la tolerancia, mientras que las amplitudes activas no se modifican, puesto que la rigidez de los antagonistas no disminuye (ellos ejercen siempre la misma resistencia).

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