Mirar de frente al cáncer significa atajarlo con los tratamientos médicos que se determinen. Para poder afrontarlos con calidad de vida y prevenir y tratar sus secuelas físicas, la fisioterapia se presenta como un complemento que mejora le bienestar del paciente.
Fisioterapia, desde el momento del diagnóstico
Lo adecuado es empezar a tratarse con fisioterapia desde el momento del diagnóstico y durante el tratamiento, aunque también mejora la calidad de vida del superviviente del cáncer ya que “previene, prepara, recupera, mantiene y rehabilita las secuelas del cáncer”.
¿Qué combate la fisioterapia?
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Prevenir secuelas físicas
Preparamos el cuerpo para la intervención quirúrgica: “si vas con una capacidad respiratoria adecuada puedes recuperarte mejor, si trabajamos el hombro antes de una intervención de mama, la movilidad se recupera mejor, si hago una prevención del linfedema puede que no lo desarrollemos”.
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Cicatrices
Las cicatrices derivadas de las cirugías pueden provocar una retracción del tejido y condicionar la movilidad de la zona afectada al perder elasticidad.
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Linfedema
Se trata de la inflamación del brazo como consecuencia de la extirpación de los ganglios linfáticos de la axila en un cáncer de mama.
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Fibrosis
Formación de tejido fibroso a consecuencia de la radioterapia, como ocurre, en cánceres de cabeza y cuello, sobre las glándulas salivares que pueden llegar a obstruirse. “En estos casos se trabaja tanto desde el exterior como desde el interior de la boca, por debajo de la lengua, estimulando la glándula parótida para intentar que saliven”.
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Alteraciones del sistema nervioso
La quimioterapia provoca en determinados casos neuropatía periférica, una alteración del sistema nervioso que causa dificultades para manejar las manos y para caminar, “es como si andas sobre chinchetas”.
“Si la neuropatía la trabajamos desde el principio podremos controlarla. Tengo un paciente que no podía abrocharse la camisa y ahora no tiene problema”, apunta la fisioterapeuta quien asegura que “aunque los cambios no son brutales, sí son significativos”.
Otra de las secuelas de los tratamientos quimioterápicos es la disestesia o alteración de la sensibilidad de los sentidos, especialmente el tacto. “Los pacientes pueden sentir una reacción exagerada al dolor, al roce, al cambio de las temperaturas…y eso lo tratamos también con fisioterapia”.
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Alteraciones del sistema respiratorio
A causa de las cirugías o de la toxicidad de las quimioterapias. Se trata de ejercicios destinados a recuperar la capacidad respiratoria.
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Alteraciones del suelo pélvico
Los tratamientos contra el cáncer pueden provocar sequedad vaginal y atrofias. También se tratan disfunciones sexuales.
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Contracturas
La incertidumbre que provoca un diagnóstico de cáncer es suficiente para generar contracturas musculares en el paciente. “De pronto se te pone el marcador a cero en tu vida y eso genera una gran tensión”.
Actividad física y cáncer
Ejercicio físico y cáncer es una alianza positiva como se ha demostrado en diversos estudios científicos, tanto en la línea de prevención como de beneficio, sobre todo en cáncer de mama.
Por eso, otra de las actividades para sobrellevar el proceso contra el cáncer es la actividad física “que mejora el dolor y la fatiga”, dos efectos secundarios muy comunes de los tratamientos.