Cada octubre el rosa vuelve a recordarnos algo importante: la prevención salva vidas. Pero también nos recuerda la fuerza y la resiliencia de tantas mujeres que atraviesan o han superado un cáncer de mama.
En esta etapa, además de los tratamientos médicos, hay un acompañamiento que marca una gran diferencia: la fisioterapia oncológica. Su objetivo es ayudar en la recuperación física y emocional tras una cirugía, una mastectomía o los efectos de la radioterapia y la quimioterapia.
Fisioterapia después del cáncer de mama
Tras una intervención de mama, es habitual sentir molestias, tirantez o pérdida de movilidad en el brazo o el hombro. La fisioterapia ayuda a recuperar el movimiento, prevenir el linfedema y reducir el dolor.
Cada paciente avanza a su ritmo, por eso los tratamientos son totalmente personalizados. Se combinan técnicas de drenaje linfático manual, movilización de cicatrices, ejercicios suaves de fortalecimiento y reeducación postural.
Con el tiempo, se nota una mejoría real en la movilidad, pero también en la confianza y la energía del día a día.
Mucho más que movimiento
La fisioterapia oncológica no solo trata músculos y articulaciones. También ayuda a reconectar con el propio cuerpo, a sentirse bien de nuevo y a volver a confiar en una parte de nosotras que ha pasado por un proceso difícil.
Además de mejorar la circulación y evitar complicaciones como el linfedema, cada sesión aporta un espacio de cuidado, escucha y acompañamiento.
Porque sanar también es cuidarse, y cada pequeño avance cuenta.
Este Octubre Rosa, hazte un chequeo y cuídate
La detección temprana sigue siendo la mejor herramienta para luchar contra el cáncer de mama. Pero si estás en fase de recuperación o conoces a alguien que lo esté, recuerda que la fisioterapia puede marcar la diferencia.
En Arantxa Sanchis Fisioterapia trabajamos contigo, paso a paso, para que recuperes tu movilidad, tu bienestar y tu confianza.
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